El concepto de una organización ha cambiado, ya sea empresarial, política, de gobierno o de la sociedad civil. Frederic Laloux ha escrito una obra que da en el clavo del por qué ha cambiado y qué deben hacer las organizaciones para evolucionar, adaptándose a lo que él considera el nuevo estadio de la conciencia humana.
La obra, titulada “Reinventar las Organizaciones”, que ya se ha convertido en uno de los libros más apreciados por las empresas y por las escuelas de negocio, plantea un interesante cuestionamiento sobre cuáles son los limitantes de los modelos organizativos actuales. ¿Responden a las aspiraciones que hoy tiene la humanidad? ¿Aprovechan efectivamente la gran revolución tecnológica que estamos viviendo?
A pesar de que las organizaciones que hoy conocemos son las mismas que han propiciado el extraordinario progreso que viven nuestras sociedades, como afirma el autor, parecería que “la vida de las organizaciones nos desilusiona cada vez más”. La respuesta se encuentra, quizás, en que la humanidad, cada vez que ha dado un gran salto cualitativo, también ha transformado sus organizaciones y la forma de relacionarse en torno a ellas.
Las grandes organizaciones se han caracterizado porque sus puestos, funciones y procesos están bien definidos, porque ejecutan un proceso de toma de decisiones piramidal y jerarquizado, acompañados de sistemas de planificación y control robustos y respetados. Esto es cierto, pero para una época que ya está concluyendo. Hoy en día, parecería que las organizaciones exitosas se constituyen en un “ecosistema en armonía”, es decir, un conjunto de personas y recursos autónomos cuyo liderazgo se sustenta en mantener el equilibrio del ecosistema.
Hay quienes resumen este nuevo concepto como una filosofía que busca que las organizaciones respondan al deseo de un equilibrio perfecto entre lo personal y lo colectivo y, más aún, que permitan a los seres humanos, principal activo de una organización, alcanzar la plenitud, que no es más que la felicidad que persiste en el tiempo.
Esto último es sumamente esencial considerarlo al momento de hablar de las organizaciones, porque como dice Yuval Noah Harari en su lectura obligada “Homo Deus”, la nueva agenda humana para este tercer milenio está guiada por el deseo de la felicidad constante.
La cuestión sobre el futuro de las organizaciones resulta altamente interesante, en especial para el ámbito político, que hoy ve seriamente cuestionada la pertinencia de los partidos políticos en la sociedad actual. La experiencia de otros países nos demuestra que la ciudadanía cuestiona las organizaciones políticas y las castiga en las urnas, por no adaptarse a las nuevas reglas de juego que impone la sociedad. Es un tema para reflexionar profundamente, pero también para la acción sin dilación.
Las aspiraciones de la ciudadanía hacia los partidos políticos se sustentan en un creciente malestar con el sistema de toma de decisiones, las formas de representación existentes y su escasa capacidad para proteger los bienes comunes del sistema político. Así lo escribieron un amplio conjunto de personalidades influyentes del mundo en el manifiesto “Por una democracia global”, en el año 2012, a raíz de las protestas que siguieron a la crisis financiera y económica global.
Ese análisis sigue siendo pertinente hoy en día y lo único a lo que apunta es hacia la urgente necesidad de reinventar las organizaciones, especialmente en la política.