Mientras cursábamos los estudios de grado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, por allá por los años 80, tuvimos la oportunidad de leer un opúsculo escrito por el pensador francés Louis Althusser titulado "Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado", entre los que incluye a las iglesias, las escuelas, la familia, los partidos políticos, los sindicatos, los medios de información: prensa, radio televisión, etc., que actúan como espacios a través de los cuales las clases hegemónicas o dominantes promueven en la población las ideas que contribuyan a mantener el orden social vigente, es decir, el statu quo.
Como lo destaca el sociólogo alemán Carlos Marx en su obra la Ideología Alemana: “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época… La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual”.
Francis Fukuyama en su libro titulado “El Fin de la Historia y el Último Hombre”, 1992, en un intento de opacar y negar lo indicado precedentemente por Althusser y Marx, plantea el fin de las ideologías, sin embargo, es importante destacar que las ideologías nunca mueren, porque son consustancial con la condición humana, mientras exista el hombre existirá la ideología, porque esta es idea, es pensamiento, es razonamiento, hecho que va de la mano con la existencia del hombre, único animal que piensa, que razona y tiene ideas. El papel de la ideología en todo momento y lugar gira en torno a dos propósitos, por un lado, se orienta a garantizar el orden social establecido, lo tradicional, a mantener lo viejo y, por el otro lado a promover el cambio social, el relevo generacional, lo nuevo, el progreso.
De acuerdo con Althusser el Estado como principal instancia jurídico-política de la sociedad tiene la función de garantizar, que las clases trabajadoras, oprimidas, proletarias, nunca piensen ni actúen en cambiar el orden social imperante, donde los ricos son los propietarios de las grandes riquezas del país y los medios para producirlas, mientras los pobres apenas tienen las manos, el cerebro y la energía para poner a producir las empresas de los ricos. Y para esta tarea se hace valer de los Aparatos Represivos, es decir, los militares, policías, jueces, fiscales, tribunales, cárceles, por un lado, y los Aparatos ideológicos por otro, como son la escuela, iglesia, literatura, medios de comunicación, la familia, los partidos políticos, sociedad civil, en fin, todas aquellas entidades sociales que actúan en base a las ideas.
Cuando Althusser escribió la obra en cuestión no se habían inventados los teléfonos celulares, mucho menos el internet y todo lo que hoy conocemos como Redes Sociales. Lo que implica que el sistema de ideas que manejaba la sociedad en aquellos días se difunda a través de los periódicos, revistas, libros, radio y televisión, esta última sin muchos avances todavía. Los otros medios de difusión de las ideas o lo que se conoce también como cultura espiritual, intelectual o inmaterial, se hacían de forma oral en la relaciones sociales o práctica social, que se produce en la cotidianidad del trabajo, la familia, la escuela, la iglesia, el deporte, el ocio y demás formas de relacionarse que tienen las personas.
Con el desarrollo de las Tecnologías de la Comunicación y la Información (TICs) se ha estado produciendo una verdadera revolución en las relaciones sociales que esta cambiando los roles y las formas de interrelacionarse las personas, de una forma presencial a una forma virtual.
El Internet y todas sus variantes de redes sociales: WhatsApp, Instagram, Facebook, Messenger, Twitter, You Tube etc., están sustituyendo de manera exponencial las funciones del teléfono de alambre y las propias conversaciones en las oficinas, los hogares, las fábricas, en las actividades recreativas y demás. Las tradicionales publicaciones de documentos, libros, revistas, periódicos, entre otros, también están siendo desplazados por el internet; las laptops están sustituyendo las oficinas tradicionales, las bibliotecas, en fin. Estas nuevas tecnologías de la comunicación también han impactado en las actividades lúdicas y recreativas de las personas, sobre todo de los niños, al punto que las mayorías de los juegos los realizan también de forma virtual (videos juegos), por medio de tabletas, teléfonos inteligentes, entre otros medios tecnológicos.
El internet y las redes sociales representan lo más elevado de la cultura material de la humanidad a través de las cuales se difunden las ideas, el conocimiento, las creencias, los valores y los modelos de comportamientos de la humanidad de hoy. Toda forma de manifestación de la cultura espiritual, intelectual o inmaterial se difunde a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, mejor conocidas como las redes sociales. Ahora tenemos eucaristías virtuales, oraciones virtuales, conferencias virtuales, carreras universitarias virtuales, libros virtuales, juegos virtuales, músicas virtuales, sexos virtuales, etc.
Consecuentemente, si se acepta el concepto de “aparatos ideológicos” e “ideología” de Althusser y Carlos Marx, habría que aceptar entonces que las Redes Sociales son verdaderos instrumentos de difusión de las ideas o las ideologías de las clases dominantes en esta época, no sin reconocer la independencia relativa que siempre está presente en la ideología, condición esta que motoriza el cambio social a pesar de la tendencia conservadora que arrastra, propia de las clases sociales dominantes en cada momento histórico.
De la misma manera que los aparatos ideológicos tradicionales luchan en dos direcciones como lo establece Althusser, una para mantener el orden vigente y la otra para promover el cambio social y cultural en todas las sociedades, de esa misma manera vienen actuando también las redes sociales como nuevos aparatos ideológicos, o más bien, como espacios donde se escenifican las luchas ideológicas. De un lado promueven la ideología y los valores propios de las clases dominantes y, por otro lado, estas también actúan como medios por donde se difunden las ideas de las clases o grupos sociales marginados, excluidos, segregados, oprimidos.
Sin embargo, saliéndonos un poco del pensamiento althusseriano y adoptando un enfoque más pragmático del análisis de la cultura, pudiéramos también referirnos a las redes sociales en cuanto a su papel como mecanismos de enculturación, es decir, de transmisión de los valores culturales puro y simple, en el sentido de que las redes sociales pueden transmitir lo que Conrad Phillip Kottak refiere en su obra “Antropología Cultural”, 2011, como cultura adaptante y cultura mal adaptante.
Todas las practicas culturales por principio, están orientadas al cumplimiento de su fin principal, la adaptabilidad de los individuos a su medio social y ambiental del que forman parte, en ese rol se dice de la cultura que es adaptante, pero cuando la practica cultural se convierte en un elemento disociador que afecta el buen desempeño y el buen vivir del grupo social, entonces se habla de cultura mal adaptante.
En todas las sociedades del mundo se encuentran prácticas sociales y culturales adaptante y mal adaptante, el reto de las generaciones presentes y futuras en lo que respecta al uso de las redes sociales, es hacer de las mismas, eficientes canales de difusión del conocimiento, de las mejores ideas, del pensamiento positivo, esperanzador, constructivo, solidario, ético, patriótico; promotoras de paz, del amor al prójimo y del amor a la vida.