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Por Fuente Externa

La tecnología avanza a paso rápido, los gobiernos tienen que adaptarse a nuevo proceso


Un navegador GPS en un taxi en Corea del Sur. © Nicolas Nova con licencia Creative Commons en Flickr.


Sistemas de posicionamiento global (GPS), mapas del tráfico en tiempo real, pronósticos meteorológicos precisos, Uber, automóviles autónomos... En la actualidad, los datos geoespaciales están disponibles las 24 horas del día. Se trata de algo nunca visto. Pero nada de esto sería posible sin el respaldo del Gobierno.


Los datos “geoespaciales” o basados en la localización existen desde hace cientos de años, por ejemplo, en mapas callejeros y topográficos. Lo distinto es la velocidad con que se recopila la nueva información y el mayor grado de sofisticación de los análisis que se aplican a ella gracias a los avances tecnológicos.


Lo que alguna vez fue información circunscripta al ámbito del sector público, las fuerzas militares y determinados representantes del sector privado, incluso hasta las décadas de 1980 y 1990, se ha utilizado ampliamente durante los últimos 20 años. Con el crecimiento de la tecnología y las comunicaciones móviles, los teléfonos portátiles inteligentes han democratizado la distribución, poniendo la tecnología geoespacial al alcance de todos.


Este verano, en Estados Unidos, decenas de millones de personas viajaron para ver el eclipse total de sol. No solo se trató de un eclipse impresionante, sino que además el viaje de vuelta de Tennessee a la ciudad de Washington mostró la integración y el impacto de la información geoespacial en nuestra vida cotidiana.


Al momento de abandonar la zona del eclipse, los millones de personas que habían acudido recibieron distintas opciones para evitar lo peor del tráfico, lo que resultó posible gracias a que los teléfonos celulares de los conductores y los pasajeros contaban con GPS que proporcionaba información en tiempo real a Google Maps y Apple Maps acerca de la dirección del viaje, la velocidad y la densidad del automóvil.


Las tecnologías basadas en la localización están revolucionando la economía. Los servicios digitales que se sirven del GPS y de datos de mapas actuales (entre otros, acceder a información sobre el transporte público, hacer el seguimiento de las cadenas de suministro y planificar rutas de entrega eficientes) han pasado, de manera imperceptible, a formar parte de la vida cotidiana y del comercio.


Los nuevos servicios —que son posibles gracias al uso de bases de datos de información geoespacial—, los mapas y la información vinculada a estos, como los precios de las viviendas, los niveles de ocupación y datos socioeconómicos, han creado una gran cantidad de valor.


Tomemos, por ejemplo, el caso de Jordania, donde uno de los autores de este blog tuvo la oportunidad de ver el impacto de cerca. En Amán hay alrededor de 20 000 conductores de Uber y Careem (i) (una suerte de Uber de Medio Oriente), muchos de los cuales son jóvenes graduados universitarios que se encontraban desempleados. Dichas empresas utilizan información geoespacial precisa generada en tiempo real. Esta oportunidad laboral ha ayudado a muchas personas a quedarse en Jordania, tener un empleo, ser productivas y seguir siendo miembros estables de la comunidad.


Lo que vemos ahora es apenas la punta del iceberg. En los próximos años se desarrollarán muchas aplicaciones nuevas a partir de la tecnología geoespacial, que cambiará la manera en que trabajamos, interactuamos unos con otros y nos trasladamos diariamente a nuestros lugares de trabajo.


Estas plataformas y aplicaciones de información comerciales impulsadas por los consumidores son innovadoras y producen efectos considerables en la sociedad.


A simple vista, pareciera que lo único que hace falta para promover el avance hacia una economía del siglo XXI son emprendedores, tecnólogos y consumidores experimentados.


Sin embargo, para que ello funcione, el Gobierno debe cumplir una función de respaldo que consiste en poner en marcha las políticas, los marcos legales y la coordinación institucional; establecer la infraestructura geoespacial, como la red geodésica subyacente (puntos muy precisos en la superficie planetaria), y recopilar, mapear, integrar y compartir datos tanto a nivel nacional como local.


Cuanto más crecemos y adoptamos la información geoespacial, más importante resulta este rol del Gobierno para proporcionar la infraestructura subyacente, los datos fidedignos y las normas que se necesitan para garantizar que la información sea precisa y compatible y se intercambie y utilice de manera eficaz.


Si bien la mayoría de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha logrado importantes avances en esta esfera, muchos de los países de ingreso mediano bajo aún se encuentran muy rezagados. Y, lamentablemente, la brecha digital geoespacial crece día a día. Para evitar que los países de ingreso mediano bajo empeoren su situación, es necesario actuar con rapidez.


Para ayudar a cerrar esta brecha digital y apoyar a los países en la tarea de mantenerse al día con tecnologías de mejor calidad (o incluso optar directamente por ellas), el Banco Mundial está trabajando con el Comité de Expertos de las Naciones Unidas sobre la Gestión Mundial de la Información Geoespacial (i) para elaborar un marco que oriente a los países en la implementación de las bases de la gestión mundial de la información geoespacial en los países.



Dar es Salam, Tanzanía. © Deogratias Minja/Banco Mundial.

El marco podría ser aplicado por cualquier país que desee planificar la infraestructura, las políticas, los marcos jurídicos y los mecanismos de coordinación institucional necesarios para recopilar, intercambiar y utilizar datos geoespaciales.


Este también definirá las funciones del Gobierno y del sector privado y, de manera importante, los datos estándares para garantizar la interoperabilidad y la coherencia.


Durante los próximos meses, se realizarán consultas regionales acerca del marco en todo el mundo, y se lo pondrá a prueba en países seleccionados, con miras a que sea aprobado en la próxima reunión de la Iniciativa de las Naciones Unidas sobre la Gestión Mundial de la Información Geoespacial, prevista para agosto de 2018.


Paralelamente, el Banco Mundial se está preparando para respaldar a los países a implementar los planes de acción relativos a infraestructura geoespacial, políticas, leyes y el conjunto de datos básicos.


Con el desarrollo del marco y los planes de acción específicos de cada país, esperamos revertir la brecha digital geoespacial. Esto llevará muchos años y demandará importantes esfuerzos, pero el ritmo al que avanzan la información y la tecnología alienta la esperanza de cerrar la brecha con una rapidez nunca antes vista.


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