Juan Ramón Rallo ha escrito un interesante ensayo sobre la globalización, la cual considera es el principal enemigo del populismo de izquierdas y derechas. La afirmación toma sentido en momentos en que la sede principal del poder político y económico de Occidente, ha sido tomada por un discurso populista –y por ende anti-globalización – que amenaza el orden mundial existente.
Ciertamente, como indica el autor, la aspiración común entre los regímenes populistas es, por un lado, “construir un nuevo régimen político que subordine los derechos y libertades de los ciudadanos a la voluntad del pueblo”, y por el otro lado, “reconstruir las instituciones para ampliar el poder del Estado y consolidarse en el mando con la excusa de combatir esa crisis real o artificial que ha justificado su nacimiento”.
Pankaj Mishra, influyente columnista del periódico inglés “The Guardian” y prolífico escritor, asume que el auge del populismo a nivel mundial se debe a que vivimos “una época de un fuerte enfado, con líderes autoritarios que manipulan el cinismo y el descontento de las furiosas mayorías” que cuestionan el status quo.
En ese contexto, la culpa de los males que enfrenta la sociedad –el desempleo, la crisis económica, la inseguridad ciudadana, la inseguridad alimentaria, por ejemplo – solo parece tener respuesta en la globalización y sus consecuencias, que ha traído consigo la inmigración (ya son más de 250 millones de inmigrantes en el mundo entero), la fuga de empleos hacia países con mano de obra barata, la presión social en los centros urbanos y la carencia de alimentos y, por ende, el aumento de precios de la canasta básica.
El populismo hoy se nutre de ese discurso y se enfrenta a la globalización, como causa del estado actual de un mundo en convulsión. No hay que ir muy lejos, la reciente oleada de comunismo en Occidente tiene su génesis en la crisis económica y financiera del 2008, que llevó a tantos al desempleo y a la quiebra.
Pero como argumenta Rallo en su ensayo, tanto el populismo de derecha como el populismo de izquierda mienten acerca de la globalización. ¿Está o no la globalización empobreciendo al mundo? Las evidencias son concluyentes al afirmar que nunca había vivido la humanidad una época de tanta prosperidad como la actual.
Si vemos indicadores como el número de personas en pobreza extrema, los índices de alfabetización, la expectativa de vida al nacer, el nivel de educación de la población, la tasa de mortalidad infantil, la desigualdad medida por el coeficiente de GINI, y otros indicadores más, podemos afirmar que esa prosperidad está traduciéndose, poco a poco, en bienestar para la población. Y esto lo afirmamos sin ignorar que la brecha de desigualdad, es decir, el espacio que divide a los más ricos de los más pobres, aún es muy grande y genera mucha desigualdad social.
Como afirma Rallo: “el discurso visceralmente antiglobalización de ambas corrientes populistas busca eliminar el motor del mayor proceso de reducción de pobreza jamás vivido en la historia de la humanidad”.
Lamentablemente, el populismo que impera hoy día nos pide regresar al pasado, a los tiempos donde “un grupo dominaba el escenario político, olvidándose de las necesidades y aspiraciones de los vulnerables olvidados y silenciados por la historia”.
No podemos permitir que el populismo rancio ignore los éxitos globales, que sustente su discurso en la eliminación del principal motor de reducción de la desigualdad social y la mejor oportunidad que tenemos los países en desarrollo para continuar por la ruta del progreso.