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Por Margarita Cedeño de Fernández

La pobreza es multidimensional


Si una persona padece síntomas relacionados con alguna enfermedad cardiovascular, se requeriría de diferentes estudios y análisis clínicos para determinar con certeza, la causa de su padecimiento y poder diagnosticar la patología y luego prescribir un tratamiento eficaz. Es muy poco probable que solo haciendo un electrocardiograma, un médico pueda saber el curso a seguir ante una situación médica que afecte el corazón.


Algo parecido sucede al combatir la pobreza. Por muchos años, hemos estado obsesionados en que la medida de la pobreza es únicamente monetaria y que, por ende, el desarrollo económico por sí solo, aplicado en una operación matemática a toda la población, con tan solo mostrar un indicador positivo, equivale a que existe menos pobreza. Nada menos cierto.


Podrá haber, como de hecho lo ha habido en las últimas décadas, más riqueza, pero también más pobres, porque la riqueza se concentra en muy pocas manos. Es una herencia que proviene del Consenso de Washington, que afirmaba que el desarrollo económico por sí solo generaría la mejoría de las condiciones de vida de los seres humanos, que la mano invisible se encargaría de distribuir las riquezas con la mayor equidad. Evidentemente no ha sido así. La desigualdad social, hoy más que ayer, corroe la vida en sociedad, generando grandes disparidades sociales que desembocan en conflictos entre países, a lo interno de los países y en toda comunidad.


La respuesta a esta realidad requiere aplicar más y mejores medidas a la pobreza, es decir, conocer mejor cómo se genera, qué la causa, quiénes y cómo impactan en ella; aprovechando la tecnología para disponer de suficiente información al nivel más exacto. Esto requiere que dispongamos de una radiografía de la pobreza casa por casa, comunidad por comunidad, municipio por municipio, y así sucesivamente.


Esa voluntad de muchos países, de disponer de herramientas de medición de la pobreza más exactas y abarcadoras, se ha denominado Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), desarrollado por el Oxford Poverty Human Development Initiative (OPHI) de la prestigiosa Universidad de Oxford, y adoptado por la mayor parte de los organismos internacionales.


Justamente en este mes, se ha publicado el informe de la medición global del IPM, que arroja resultados preocupantes para toda la humanidad. Un 26.5% de la población mundial vive en pobreza multidimensional, de los cuales 72% vive en países de renta media, como lo es República Dominicana.


Esto último resulta ser un tema importante para el debate, especialmente ante los organismos internacionales, ya que en la medida en que países como el nuestro hemos logrado un desarrollo económico estable, hemos sido promovidos a ser países de renta media, lo que nos ha sacado automáticamente de la lista de países receptores de ayuda internacional, especialmente de los países más desarrollados.


Es un importante tema a ser discutido en los foros donde participamos, de manera que podamos generar apoyo financiero al desarrollo, en la línea que plantea el compromiso de Addis Abeba, que busca el cumplimiento de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.


Otro dato preocupante que arroja el informe global de IPM, es que el 48% de los pobres medidos de manera multidimensional, son niños, niñas y adolescentes entre 0 y 17 años, una realidad escalofriante que pone en entredicho las inversiones que estamos haciendo para el futuro de la humanidad.


Con una visión de 360 grados de la realidad en que viven las familias en pobreza, podemos generar acciones específicas y focalizadas, que por un lado tengan mayor impacto en el desarrollo y que, por el otro, puedan generar cambios sustanciales en las comunidades empobrecidas del país, sin dejar de mencionar el importante aporte a la transparencia en la gestión pública que sería aplicar este enfoque.


En República Dominicnaa estamos en las puertas de aplicar nuestro IPM, desarrollado por el SIUBEN conjuntamente con OPHI, para poder combatir la pobreza con herramientas efectivas y eficaces que realmente noa permitan reducir la pobreza de manera sostenible, y en esa medida seguiremos creando riqueza en un círculo virtuoso de inclusión y productividad.


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