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Por David López

Ramón Rivas pasó la asignatura


La vida es una materia, es como una asignatura escolar que hay que pasar. Desaprobarán la evaluación final de sus vidas aquellos que, dedicados a la actividad política, cuando desciendan a la tumba, al término de sus días, no posean una valoración positiva de más de un ochenta por ciento, de todas las personas que le conocieron y trataron durante su existencia, incluyendo a sus familias y parientes.


Así como se necesita un 60 por ciento para pasar una materia, en cual cualquier nivel de instrucción escolar, así mismo, es necesaria y obligatoria esa cantidad, para descender al sepulcro, lleno de felicidad, repleto de satisfacción ante el deber cumplido.


Se equivocan los padres, políticos o no, que viven pregonando que la mejor herencia que le se le puede dejar a sus hijos, es un alto nivel académico, una profesión. Mitad a mitad se equivocan quienes así piensan. Solo el servicio a sus semejantes, con amor, con desinterés, solo ayudando a los más débiles, a los que nada tienen, a los desheredados de la fortuna, se construye una verdadera herencia. Sanidad total en nuestro accionar, es la mejor profesión que un padre puede dejar a sus hijos.


De esto podemos inferir que con solidaridad humana, con decencia, humildad y entrega a nuestros semejantes, pasamos la materia de la vida, y al mismo tiempo, se deja la verdadera herencia que realmente necesitan nuestros hijos.


De que vale tanto dinero, cuando a nuestro lado mal viven cientos de seres humanos hambrientos y haraposos. Para que la maldita fortuna, si se vive de espaldas, con total indiferencia, ante las necesidades de los suyos, compañeros y compatriotas.


Ramón Rivas pasó la materia

Desde hace aproximadamente dos años, bajo la modalidad de inquilino, resido en el INVI de la carretera Sánchez; desde entonces escucho el nombre de Ramón Rivas, Ramón Rivas, Ramón Rivas, etc, etc. Cuanta satisfacción siento al saber que esa persona, desde siempre, se ha entregado por completo a servir a sus semejantes, a quienes residen en ese sector del sur de la capital. A políticos como este, les sirvo sin nada a cambio, con total desinterés, aunque no los conozca. Esa es también, mi filosofía de vida.


Cuantos deseos tengo de pasar el restos de mis días, rodeado de seres como el ingeniero Ramón Rivas, a quien tan solo he visto en dos ocasiones. Confieso que nunca antes, en los más de treinta cinco años que llegué a esta ciudad, en ningún otro sector de los que vivido, había tenido conocimiento de un dirigente político, que la totalidad de sus residentes, sin distinción partidaria, habían manifestado tanto cariño, admiración y respeto, por unos de los suyos.


Cuanta dedicación al servicio de sus semejantes, a la gente. Cuanta humildad y manifestaciones de solidaridad para quienes se acercan a él, en busca de una ayuda para medicina, para apadrinar un torneo deportivo, compra de pelotas, guantes, y subsidio para refrigerios y comidas, cuando de un torneo se tratase. Cuanta aprehensión y práctica de “Amaos los unos a los otros”. Definitivamente, con más de 90, el ingeniero Ramón Rivas, pasó la materia de la vida, y al mismo tiempo dejó la mejor herencia a sus hijos: toda una vida al servicio de sus semejantes.


Atención CP del PLD

Si tan solo la mitad de los miembros del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana. Si solamente el 25 por ciento de los funcionarios de este gobierno, dedicasen parte de su tiempo, y un chin, un chin, chin de la fortuna lograda, a servir al prójimo, como lo ha hecho el ingeniero Ramón Rivas, antes y después de ser dirigente de la organización en el gobierno, y funcionario público, hubiese PLD en gestión gubernativa, más allá del pronóstico del doctor Leonel Fernández. Hubiese PLD, hasta el 3000.


No más, señores miembros del Comité Político, levanten la mano derecha, la única que les funciona (La izquierda murió por falta de uso) aquellos que desean emular la conducta de bien al ingeniero Ramón Rivas. y, al contar de tres, la lapidaria expresión de del Gran filósofo romano, Terencio, “Soy Hombre nada humano me es ajeno”.







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