La semana mundial del emprendimiento se ha convertido en una ocasión importante para reflexionar sobre los retos que enfrenta nuestro país ante un escenario global cada vez más competitivo. El proceso de globalización ha creado un mundo plano, con un mercado común de intercambio de bienes y servicios de alrededor de 77 mil trillones de dólares, al cual tienen acceso los recursos humanos y las empresas de todos los países del mundo, salvo contadas excepciones. Esto ha llevado a que el empoderamiento desde la individualidad, sea el motor que genere el mayor crecimiento económico de la última década, dejando atrás el dominio monopólico de grandes corporaciones. El resultado lo vemos en el listado de las empresas más valoradas del índice ‘Fortune 500’, donde apreciamos que las 3 empresas más valoradas por el mercado han surgido de la mano de emprendedores. Esto configura un escenario propicio para que sean el talento y la habilidad de cada quien, lo que marque la diferencia en el mercado emprendedor, a la vez que se generan negocios innovadores fruto de la pasión y la capacidad de servicio de cada propietario. Es así como se podrá generar una economía más justa para quienes participan de ella. En particular, la promoción del emprendimiento como motor de la economía, es cónsona con las aspiraciones propias de los llamados milenial, el grupo que hoy está entre los 18 y los 35 años y que constituyen la más amplia población económicamente activa. Para ellos, la generación de ideas creativas, la felicidad laboral y la participación en propuestas con sentido social, tienen cada vez más importancia que el simple hecho de obtener un salario o generar recursos económicos. La generación actual está convencida de que puede desarrollar el verdadero potencial de la humanidad y ser partícipes del sueño de un mundo verdaderamente equitativo. Quienes están impulsando con mayor decisión ese cambio, son los emprendedores, quienes en el contexto de una cuarta revolución industrial, están moldeando un mundo distinto para la próxima generación. Eso lleva a varias inquietudes sobre el enfoque social del emprendimiento y el compromiso de los emprendedores con un mundo más equitativo. Los emprendedores deben enfocarse en generar ideas que aprovechen los avances tecnológicos, sin generar brechas entre los que tienen acceso a ella y los que no. A la vez, deben hacer un gran compromiso con una matriz de generación de ingresos y de empleos, que aporte a la construcción de capital social, como forma de generar un círculo virtuoso que mantenga la competitividad en nuestra economía. Para ello, la República Dominicana debe continuar mejorando sus indicadores de competitividad, medidos de acuerdo al índice que publica el Foro Económico Mundial, donde se aprecia que el país mantiene serios rezagos en las áreas de institucionalidad e innovación. En cuanto al primer punto, la institucionalidad, el Gobierno hace esfuerzos para que la estructura administrativa responda a los retos que enfrentan los emprendedores, de manera que se les pueda acompañar efectivamente en la ejecución de sus ideas. República Digital es un ejemplo de ello, como lo son también las muchas acciones que ha emprendido el actual Gobierno para promover la micro, pequeña y mediana empresa. El segundo punto, relativo a la innovación, requiere un trabajo conjunto entre el Gobierno, la empresa privada y la academia, para llevar más recursos a la investigación y el desarrollo. Una mejora sustancial en estos dos aspectos traerá consigo avances en los demás aspectos que mide el Foro Económico Mundial, de manera tal que los emprendedores dominicanos pueda insertarse con mayores herramientas en este gran mercado global. Siempre se ha dicho que los emprendedores son personas que ven oportunidades donde otros ven problemas. Los dominicanos disfrutamos de habilidades únicas para aprovechar grandes oportunidades, solo hace falta seguir trabajando en un ecosistema propicio para los emprendedores.