Naciones Unidas.- El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, se disculpó este martes en nombre de la organización por el papel que esta tuvo en el brote de cólera en Haití y por los repetidos casos de abusos sexuales cometidos por "cascos azules" en distintos países.
Ban, que a final de año abandonará el cargo, quiso aprovechar su último discurso antes los líderes mundiales para expresar "sus disculpas por dos asuntos que han manchado la reputación de las Naciones Unidas y, mucho peor, traumatizado a muchas personas".
"Primero, los viles actos de explotación y abuso sexual cometidos por un número de miembrosd de fuerzas de paz de la ONU y otro personal han agravado el sufrimiento de gente ya afectada por conflictos armados y minado el trabajo hecho por muchos otros".
El diplomático subrayó que las personas encargadas de proteger a poblaciones "nunca pueden convertirse en depredadores" y urgió a los Estados miembros y a la propia ONU a reforzar la política de "tolerancia cero" con estos crímenes.
Decenas de "cascos azules" han sido acusados en los últimos años de haber cometido abusos sexuales, en algunos casos a menores, y un gran número de ellos en la República Centroafricana.
En el caso de Haití, Ban aseguró que siente "tremendo pesar y tristeza por el profundo sufrimiento de los haitianos afectados por el cólera".
Este verano, Naciones Unidas admitió por primera vez que tuvo un papel en el inicio de la epidemia, que ha dejado desde 2010 miles de muertos y cientos de miles de afectados, y prometió un nuevo paquete de medidas para apoyar a los afectados.
"Ha llegado el momento de un nuevo enfoque para aliviar su situación y mejorar sus vidas. Esta es nuestra firme y perdurable responsabilidad moral", dijo hoy.
Ban adelantó que volverá a la Asamblea General antes de terminar su mandato para proponer el nuevo plan de apoyo a Haití y pidió a los gobiernos apoyo financiero.
Varios estudios técnicos han apuntado a que el brote de cólera que aún afecta a Haití se inició en 2010 por un vertido en un río de residuos fecales del contingente nepalí de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah).
Grupos de víctimas han tratado sin éxito de lograr ante los tribunales compensaciones por parte de la ONU, que siempre ha esgrimido su inmunidad y que durante años negó su responsabilidad.