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Por Humberto Salazar

¨Diga perejil sino no se sube en Conatra¨ ¿Estamos Locos?

Por supuesto que la prensa internacional y los que nos acechan con el tema de Haití, se van a cebar con los dominicanos, por las instrucciones que dio públicamente el empresario del transporte Antonio Marte, de que a partir de la fecha impidan el uso de las unidades de Conatra a todos los ciudadanos, que suponemos nosotros se le parezcan haitianos, es decir que sean negros y que sean pobres, ya que inferimos son las dos características que identifican a un nacional haitiano.


Según el millonario sindicalista, uno de los dos a quienes se les llama ¨los dueños del país¨, los choferes de su asociación de transporte tienen prohibido dejar entrar a haitianos a las guaguas que manejan, porque han sido objeto de incautación de sus unidades, ya que se ha encontrado a indocumentados cuando las autoridades, nos imaginamos que en algunas carreteras donde existen retenes, se piden documentos y encuentran personas que no los poseen.


Los problemas de migración no se van a resolver con consignas y posiciones radicales de quienes en forma hipócrita tienen indocumentados dentro de sus fincas…


Lo que no dice Antonio Marte es como van a identificar a los haitianos, porque aunque son tantos los ¨hispanics¨ que se creen blancos y se pueden confundir con ¨americanos¨ en la República Dominicana, lo cierto es que en la República Dominicana nadie es negro, todos somos indios, unos claros y otros oscuros, por lo que ya nos imaginamos a los científicos que manejan los autobuses de Conatra haciendo la disgregación entre a quien puede o no transportar de acuerdo al color de la piel.


Una idea podría ser la que usó la guardia de Trujillo en 1937, cuando frente a la orden del generalísimo para que se persiguiera y se enviara coercitivamente a todos los haitianos que vivían en la zona fronteriza para el otro lado de la frontera, obligaban a todos los negros que encontraban en los campos y caminos que se les parecían haitianos, a decir ¨perejil¨ ya que en el Creole, que es el dialecto derivado del francés que se habla de aquel lado de la frontera, la letra ¨R¨ de la palabra ¨perejil¨ nunca suena con la fuerza que la usamos los de habla hispana.


Así que es posible que a partir de hoy para cualquier ciudadano de tez negra subirse en una guagua de Conatra tendrá que decir ¨perejil¨ y el chofer escucharlo bien pues, siempre según el afamado y docto sindicalista Marte¨, los que sean identificados como haitianos, tengan documentos legales o no, están impedidos de ser transportados por sus choferes sindicalizados, y como sabemos que este señor debe ser uno de los mayores propietarios de autobuses de la República Dominicana, su orden se va a cumplir.


La verdad es que la República Dominicana está expuesta a estos ¨tremendismos¨, de parte de quienes pretenden no entender que en todos los lugares del mundo donde hay fronteras entre países con una marcada diferencia de riqueza y desarrollo, se tienen serios problemas con el tema migratorio, porque el primer derecho humano es no morirse de hambre, y los haitianos que tratan de establecerse en nuestro país de manera ilegal, lo que hacen es huir de la terrible situación que afecta a su país,


Lo mismo hacen los libios en el Mar Mediterráneo, los subsaharianos que intentan volarse por encima de las vallas de Ceuta y Melilla, los miles de palestinos que entran a Israel a vender su fuerza de trabajo desde Cisjordania, los Sirios que cruzan hacia Europa en frágiles embarcaciones por la guerra civil en su país, los venezolanos que por millones huyen hacia Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y hasta República Dominicana, y hay haitianos indocumentados desde las islas de Caribe hasta Tierra del Fuego.


Los problemas de migración no se van a resolver con consignas y posiciones radicales de quienes en forma hipócrita tienen indocumentados dentro de sus fincas, los usan en la construcción de los edificios donde viven, los ponen a recoger café o plátanos o a ordeñar sus vacas, los tienen como guardianes de sus viviendas, los usan para transportase en los motoconchos o para cocinarle y hasta cuidar a sus hijos actuando como niñeras o choferes, es decir, están asumiendo las labores que los dominicanos han abandonado por diversas razones.


Una cosa es aceptar que tenemos una gran migración de haitianos y venezolanos, los segundos porque no son negros ni siquiera son mencionados, y otra es aplicar de manera drástica la sentencia 168-13 que determina quienes somos dominicanos, que ese si es un deber patrio porque aceptar el derecho de nacionalidad por nacimiento sería la liquidación de la República Dominicana.


Lo que si tendremos que aceptar, es que mientras la economía dominicana siga creciendo por encima del 5% cada año, que es lo que ha ocurrido en los últimos 6 o 7 años, seguiremos siendo un imán para personas de diversas nacionalidades, incluyendo nuestros vecinos más próximos que son los haitianos, para migrar y establecerse en nuestro país.


Y que así como somos los que más capitales extranjeros estamos recibiendo en forma de inversión de toda el área del Caribe, la República Dominicana está recibiendo casi 7 dólares de cada 10 que se invierten en nuestra región en los últimos 5 años, entonces la migración legal e ilegal será un precio que tendremos que pagar y es un costo que tienen agregado todos los países que se desarrollan.


Los dominicanos no migran a Estados Unidos y España, por decir donde lugares populares y con gran cantidad de nuestros nacionales, porque se sienten más cómodos en medio de las nevadas, el frío, el calor y en tantas ocasiones la discriminación, lo hicieron porque en un momento de sus vidas decidieron dejarlo todo atrás y comenzar una nueva vida en un país donde pensaron que ellos y sus hijos tendrían mejores oportunidades para progresar y construirse un futuro.


Lo de ¨perejil¨ y Trujillo fue fruto de una situación histórica peculiar en esta accidentada relación que hemos tenido con los haitianos también en esa época los que llegaban de Haití sin documentos de ningún tipo se dedicaban a las labores agrícolas en las fincas de los grandes terratenientes de la zona fronteriza, con los usuales problemas que se suelen presentar donde interactúan los seres humanos.


Y esto terminó en una gran desgracia, uno de los episodios más vergonzosos de nuestra historia, pues frente a una acusación de robo de ganado en la zona y en medio de una borrachera, Trujillo ordenó el desalojo compulsivo de todos los haitianos que trabajaban en la zona, el resultado fue que quien no decía ¨perejil¨ de forma clara a los guardias, estos simplemente los mataban para obedecer la orden del dictador, hoy en día no se conoce la cantidad de muertos del llamado ¨corte del 37¨.


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