Lo cierto es que la política en la República Dominicana se ejerce como si el tiempo no pasara, son tantos los que parecen estar congelados mirando hacia atrás, que cuando se despierten de ese sueño donde voluntariamente se han dedicado a hibernar, para su sorpresa se darán cuenta de cuanto han cambiado las cosas en un mundo donde los votantes son cada vez más exigentes con quienes buscan su apoyo.
Ahora la competencia parece ser el llenar algunos estadios deportivos que pueden ser emblemáticos e históricos, solo que para nada pueden significar algo en un país cuya población votante se ha multiplicado de forma exponencial en las últimas décadas, y donde una multitud de 8 o 10 mil personas, es muy poco lo que puede significar ante una lista o padrón general de electores que sobrepasa los 6 millones de electores.
Imaginemos que un precandidato de los que están de moda llene el Palacio de los Deportes de la ciudad de Santo Domingo, la fotos eran publicadas en periódicos que casi nadie lee ni hojea como un ¨gran triunfo¨ porque las ¨masas se desbordaron¨ ocupando toda la capacidad de la llamada ¨media naranja¨, que es la instalación deportiva más usada para actos políticos en la capital dominicana.
Para los que no lo sabían o no le recuerdan o no lo vivieron, que es la mayoría de la población, el Palacio de los Deportes ¨Virgilio Travieso Soto¨ fue construido para la celebración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en la ciudad de Santo Domingo en 1974, es decir, hace 44 años, no se ha ampliado, ni se le han sumado asientos, solo se le han hecho obras de mantenimiento y reconstrucción, por lo que su capacidad estaba diseñada para población de la época.
En esa instalación deportiva caben sentados unas 7 mil 500 personas y cuando se llenan los pasillos con personas sentadas en el piso y el centro con sillas de plástico, esto podría subir como máximo a 10 mil personas.
Y es que esa instalación deportiva se diseñó para servir a una ciudad de Santo Domingo cuya población total era de aproximadamente 800-900 mil personas, incluyendo lo que hoy llamamos el ¨Gran Santo Domingo¨, donde están ubicados los municipios de lo que inventamos como provincia de Santo Domingo, esa franja de terreno que bordea la ciudad y donde viven aproximadamente 3 millones de personas.
Eso quiere decir que en una ciudad de 3.3 millones, porque la capital dominicana es la ciudad más grande en población de toda el área del Caribe, cualquiera con tres pesos para contratar unas guaguas y comprar dos sándwiches, claro entregando también lo de la ¨logística¨, es capaz de llenar el Palacio de los Deportes de gente y, lo peor, creerse que de verdad se la ¨está comiendo¨.
Cuando usted vea una foto con las graderías de la llamada ¨media naranja¨ de Santo Domingo llenas de gente con gorras y banderas, calcule que si se está ¨reventando¨ ahí solo hay sentados entre 9 y 10 mil personas, y esa cantidad de gente no sirve ni para elegir un diputado por el voto preferencial en cualquier circunscripción de la capital.
Pero más que un líder local se conforme con ¨llenar¨ las graderías de un club como el Sameji en Santiago, la verdad es que es muy difícil de entender el invento del pasado domingo donde un alcalde disfrazado de ¨jevito¨ realizó un acto político en unas graderías que junto con las sillas que colocaron en el centro no suman más de 3,500 personas, con lo que no se consigue ni un regidor de la alcaldía que él encabeza.
Y volvemos a lo mismo, se trata esto en la prensa como una gran actividad de ¨masas¨, nos imaginamos que cualquier predicador evangélico o cantante de bachata de los mediocres es capaz de llenar la cancha del club De Santiago y sin tanta alharaca.
¿Qué queda de eso? pues la foto y los titulares de prensa.
Lo mismo sucede con los precandidatos que hablan de grandes actos en la llamada Arena del Cibao, local que es más pequeño que el Palacio de los Deportes y donde hablan de juntar a 14 provincias de toda la región norte del país, imaginemos entonces si las personas que concurren allí son un número suficiente para ganar siquiera una diputación.
El que se llamó Palacio de los Deportes de Santiago, fue construido también en el gobierno de Joaquín Balaguer en 1978, cuando la llamada ¨capital del Cibao¨ tenía menos de 200 mil habitantes en total, sucede lo mismo que su gemela de Santo Domingo, fue edificada para una población muchas veces menor al más de un millón de habitantes de la ciudad, es decir, que cualquiera para el evento que sea puede llenar a capacidad esa instalación deportiva.
¿Cuantas personas caben en la que se llama ahora Arena del Cibao?, pues los que la remodelaron y reinauguraron en el año 2008, saben que ahí hay solo 7,300 asientos, que cuando se llena con todo y pasillo más sillas en el centro, hay poco más de 8 mil personas, los que a su vez pueden ser transportados en guaguas de los barrios cercanos y llenarlo a toda capacidad por cualquiera que tenga tres pesos en los bolsillos para contratar guaguas y ofrecer pica pollos.
Si esto es así, y cualquiera puede comprobar estos datos en las fuentes oficiales, no sabemos porque el afán de andar llenando estadios que tienen algunos precandidatos, especialmente del Partido de la Liberación Dominicana, excepto que sea para andar de ¨bulteros¨ haciendo alarde de que llenaron tal o cual instalación deportiva, ninguna tiene capacidad para más de 10 mil personas, y tener una foto para demostrar el gran movimiento de masas que les sigue detrás.
Por eso decimos que están actuando con un libro antiguo, pues ya no importa quien llene o no el Palacio de los Deportes, la gente ni siquiera mira los mítines que transmiten por televisión, a los dominicanos lo que les interesa es saber cuáles son las propuestas que podrían tener algunos de estos precandidatos sobre problemas concretos que los afectan y lo único que sacan de esas reuniones son consignas huecas y vacías de contenido.