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Por Maximino Brito Lazala

Cuando solo hay una razón: ser feliz

La noche se dejó besar por la lluvia, y el 02 de octubre nos había convocados, para una fiesta, que había escogido como escenario la contabilidad exacta de mi existencia, era mi CUMPLEAÑOS e iniciar el segundo dia del mes en que nací, esa noche a las 12:00 pm sonó el teléfono y desde Miami al otro lado de línea mi hijo Máximo Abraham, con tierna me decía FELIZ CUMPLEAÑOS MI DON, y una oda de afectos brotaba de nuestras almas, mientras sus palabras empujan lágrimas que que salían de los más profundo de mi ser, empezaba una fiesta, que un idilio de gratitud, una sonrisa detuvo las lágrimas, porque Máximo Abraham me hizo verlo nacer cuando reflexionó: Papi como pasa el tiempo, y yo me apegue a la juventud que nunca se ha ido de mi lado, y me deslize en el inmenso milagro de mi existencia, y convoque todas las alegrías, y juntas hicieron sonreír mi alma, y dimos gracias.

Pasó un minuto de una profunda meditacion, en silencio daba la bienvenida al nuevo año con la certeza de que la providencia divina me dejaran ver la abundancia y la prosperidad, y que la excelencia estará conmigo, con salud plena y con una inmensa gana de seguir disfrutando el milagro de vivir, volvió a sonar el teléfono y Josué mi hijo, con voz firme sentenciaba que este sería el mejor de mis años y ya sin duda la fiesta había empezado.

Había nacido la mañana, la del luz sol, y un nuevo dia, una tasa de café caliente, y una sonrisa dibujada en mi rostro, cuando viajaba en el tiempo, recostado en los recuerdos, mi madre ausente se quedó en mi padre que a su 84 años, con la mayor de la certeza nos invita a sus cumpleaños 100 de pie y rodeados de sus nietos y de los trillizos que como tres Ángeles venido del cielo, se han convertido en su motivo de mayor alegria, y la voz dulce de mi hermana menor, empujaba el reloj a 7:00 am, ya las felitaciones y para bienes caian sobre mi cómo el rocío al pasto, mi amigo Augusto me dió una orden que no podía desobedecer: Disfruta tu día.

Cada minuto me dieron la posibilidad de disfrutar del cariño y el aprecio de familiares y amigos, mientras mi hija Eva llegaba de New York al aeropuerto internacional de Miami, esperaba sin decírselo a nadie su felicitación, PAPI FELICIDADES acabo de llegar, y me sonreí y le di la gracia, al rato Ámbar Lorena me dejaba un lindo mensaje: padre mío felicidades.


Todo estaba listo, pues a 3:30 de la madruga, mi amigo Roberto dejo la nota de que el Mariachi estaba listo 9:00 pm, Madera Steak House, y entre amigos música y canto, mi hijo Josué con su presencia marcaba el mayor de los los regalos, y ahí me di cuenta que sólo había una razón: SER FELIZ. MBL.


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