SANTIAGO.- El popular comunicador de Santiago, Nelson Javier, mejor conocido como el Cocodrilo, asegura que está viviendo el final.
Es difícil imaginar a un hombre de tanta alegría y energía positiva, como Nelson Javier “El Cocodrilo”, sumido en una batalla en contra de la diabetes.
Desde hace 16 años fue diagnosticado con la condición que ya le arrebató el dedo meñique del pie derecho y la que lo tiene postrado en una clínica de Santiago, desde hace seis días, con una situación de mucho cuidado que le afecta la pierna derecha y otros órganos del cuerpo.
“El Cocodrilo” se ha volcado en la fe y confiesa estar seguro de que solo Dios, en el que cree fielmente, le permitirá regresar a la vida laboral y continuar conduciendo los dos programas de televisión que produce para el canal 25 y el 29 de Santiago. También como cualquier ser humano se ha permitido llorar. Dice que llora mucho. Y así se le percibió, varias veces, durante esta entrevista. Cuenta que lo hace porque su madre murió hace unos meses y ella era un gran soporte de amor en su vida. También llora por su esposa, con la que lleva casado 28 años, por sus hijos y nietos, llora por sus empleados (unos 30) y por la gente que le aprecia.
También el llanto lo invade porque reconoce que tiene la vitalidad y la fuerza para seguir trabajando y en estos momentos no puede. Y aunque asegura que la fe en Dios le permitirá superar esta crisis, dijo estar viviendo el comienzo de cualquier final.
Según explica en una entrevista a Listín Diario “Me he sumido en la lectura de la Biblia, pero no porque sienta que esté muriendo, sino porque estoy viviendo la realidad del comienzo de cualquier final, y quiero que el final sea más alegre que el inicio, y es lo que estoy haciendo y se lo estoy inculcando a mis hijos”, confesó al conversar con Listín Diario.
Desde hace ocho meses la diabetes tipo 2 le ha afectado severamente su cuerpo, pero esto no ha aniquilado su versátil personalidad. Nadie podría pensar que en medio de tantas entrevistas, alocuciones y debates, Nelson luchaba por su salud.
Enfrentar el día a día para el comunicador no ha sido fácil, pero vuelve y recalca que la fe en Dios, el apoyo de su familia y amigos han sido vitales en su continuar.
“Nadie sabe que cuando llego al canal me tomo 25 minutos para poder subir una escalera. Que trabajo padeciendo fiebre alta y llego a la casa temblando. Llevo ocho meses trabajando con un solo pie, pero la gente me ve trabajando, riendo y brincando. Pero no ha sido fácil, ha sido muy difícil para mí sobrellevar la diabetes”, dijo.
Luego agregó: “Hace ocho meses que no calzo un zapato en el pie derecho, un negro como yo que le gustan tanto los zapatos, ha sido como una tortura, pero también lo veo como una bendición para redimirme”.
El Cocodrilo recordó que la pasada entrevista a Henry Santos, el ex del grupo Aventura la realizó en medio de una fiebre, pero luego al ver el resultado y la receptividad que tuvo en las redes sociales le permite creer que debe seguir trabajando.
Nelson Javier ha asumido su trabajo frente a la pantalla de televisión con la responsabilidad que amerita, sin que los televidentes perciban la realidad de su padecimiento.
“Vivo una espiritualidad muy personal con Dios. Él me da la gracia y me olvido cuando estoy frente a las cámaras de mi condición. En estos últimos días que he sufrido mucha fiebre y dolor Dios me ha dado la paz y poder de estar tranquilo”, aseguró.
No se cuidaba
Cuando fue diagnosticado con diabetes nunca imaginó que iba a enfrentar momentos tan difíciles, así que en principio no se sometió a las reglas de alimentación que conlleva tener la condición.
“Yo comía de todo, no tomaba alcohol, pero disfrutaba con mis amigos y no me limitaba para comer; ignoraba la realidad de este padecimiento, inclusive cinco años atrás no sabía que era tan terrible y quizás, por eso abusé del cuerpo. Reconozco que hice muchos desarreglos extravagantes y la diabetes es la enfermedad más terrible porque afecta a todos los órganos”, afirmó.
“No soy un santo”
De esta última etapa que ha vivido Nelson Javier reflexiona y dice entender que los años que le quedan por vivir serán para continuar haciendo el bien y seguir ayudando, como siempre lo hecho, a los más necesitados.
“Llevo muchos años siendo la misma persona, no soy un santo y como cualquier ser humano tengo mis momentos de rabia, pero siempre soy la misma persona”, expresó.